Victoria y Alberto con sus hijos en 1857. De izquierda a derecha: Alicia, Arturo, Alberto, Enrique, Leopoldo, Luisa, Victoria con Beatriz en brazos, Alfredo, Victoria y Elena. |
El éxito de la Exposición Internacional en 1851 favoreció que la popularidad de la Reina y la influencia
del Príncipe fueran en aumento, más aún cuando, en ese mismo año, lord Palmerston, ministro de Asuntos
Exteriores, fue apartado. Seguramente la actitud de Palmerston, que actuaba a
menudo sin consultar a Victoria o al Primer Ministro Russell poniendo en
peligro, en más de una ocasión, las relaciones diplomáticas del país y
comprometiendo su política internacional, hizo que la Reina no favoreciera al
gobierno whig, que en 1852 fue
sustituido por un gobierno a cuyo frente se situó lord Stanley,
conde de Derby. La andadura tory fue muy corta y ese mismo año se
formó un gobierno de coalición entre los whigs y los seguidores de sir Robert Peel, con George Hamilton-Gordon como Primer Ministro.
Victoria y Alberto, 1854 |
En 1854 Francia y Gran Bretaña
declararon la guerra a Rusia en el marco de la Guerra de Crimea (1853-1856) y a
pesar de la victoria aliada sobre el Imperio Ruso, el gobierno del conde de
Aberdeen fue duramente criticado e incluso el príncipe Alberto fue acusado de
traición. Todo ello provocó que en 1855 Victoria se viera obligada a encargar a
lord Palmerston la formación de un gobierno ya que ninguno de los otros
candidatos de su Majestad (Derby y Russell) consiguieron el apoyo suficiente.
Ese mismo año se terminó la
rehabilitación de Balmoral House, una pequeña residencia enclavada en el
Condado de Aberdeen donde Victoria y Alberto pretendían alejarse del ajetreo de
Londres, algo que la residencia de Osborne ya no podía ofrecerles. La situación
del país se estaba mostrando muy agitada, tanto a nivel interior como exterior
(tras la guerra de Crimea, la unidad de Italia y la cuestión de Prusia
inundaron la política internacional), y por eso Victoria y Alberto sentían la
necesidad de alejarse pues consideraban que estaban dedicando cada vez menos tiempo
a la diversión y el asueto. Victoria deseaba pasar el mayor tiempo posible con
su amado esposo pero pese a todo, no olvidaba sus labores de Reina.
Osborne House, hacia 1910. |
En 1857 a la vista de los
problemas que podía plantear la posición de Alberto, Victoria lo nombró Príncipe consorte, en parte también porque anteriormente en el Parlamento los
líderes whig y tory habían manifestado su apoyo y aprobación a que Alberto se
convirtiera en consejero de la Reina en cuestiones de Estado. Años más tarde,
cuando estalló la guerra civil en Estados Unidos (1861) Alberto intervino para
modificar un borrador que lord
Russell había presentado a la Reina y que provocaría inevitablemente la
implicación del Reino Unido en el conflicto. El Príncipe se había mostrado
sumamente implicado e interesado en todas las cuestiones que afectaban a su
esposa y a su país desde el momento mismo del matrimonio, pero sus fuerzas
estaban empezando a flaquear.
Victoria y Alberto en 1861, poco antes de su fallecimiento. |
El 14 de diciembre de 1861,
Alberto moría a los 42 años, a causa de unas fiebres tifoideas. Victoria, que
en enero de ese mismo año había perdido a su madre (de la cual se vio alejada
por las malicias de sir Conroy y la
baronesa Lehzen) se sumió en una
profunda tristeza y en un luto casi permanente (a partir de entonces el negro
estaría siempre presenta en su vestimenta). Además, en los años siguientes
vivió recluida, lo que le valió el apodo de ‘Viuda de Windsor’ y rara vez pisó
Londres. Victoria era, ante todo, una mujer enamorada que había perdido a su
compañero y su recuerdo se mantiene vivo aún hoy, gracias al Albert Memorial de
Hyde Park que, encargado a Gilbert Scott, fue inaugurado en 1872 [1].
Alberto se había convertido en
una pieza clave para Victoria y para el funcionamiento del país y sin él, la Reina se encontraba desorientada, tal y como se había encontrado Alberto a su llegada a Londres tras
su matrimonio, tan solo veinte años atrás. Esa turbación en la que estaba
sumida Victoria se evidenció en varias ocasiones. En los primeros momentos tras
la muerte de su marido Victoria se negó a recibir a sus ministros, siendo la
princesa Alicia quien actuara de intermediaria. Años más tarde, en 1864, cuando
Prusia y Austria declararon la guerra a Dinamarca por la cuestión del
territorio de Schleswig-Holstein, Victoria se mostró completamente
desinteresada, invocando a la sagrada causa de la paz.
Albert Memorial, Londres. |
Así las cosas, a finales de la
década de 1860 dos personajes dominarán la escena política: William Gladstone (whig) y el tory Benjamin Disraeli, conde de Beaconsfield. Disraeli llegó al gobierno en 1866
como ministro de Economía y dos años después, tras la dimisión de lord Derby, se convirtió en Primer
Ministro. La relación de Victoria y Disraeli fue muy estrecha, no solo por las
continuas adulaciones de éste hacia su Majestad, sino que además Victoria
consideraba que el conde de Beaconsfield era el único que había entendido sus
sentimientos ante la muerte de Alberto. El corto mandato de Disraeli dio lugar
a un gobierno dirigido por Mr. Gladstone en el que se sucedieron las reformas
(destaca la promulgación de la Trade Union Act en 1871) y que a nivel
internacional asistió a la inauguración del Canal de Suez y la llegada de Otto von Bismarck a la cancillería del Reich.
Victoria, de luto, en 1865 |
Pero el mayor problema de
Victoria en estos años fue el creciente sentimiento republicano que surgió como
consecuencia de su desidia en las labores regias tras la muerte de Alberto. La Reina era atacada por los ministros, por la prensa y ahora también por el
pueblo. Sin embargo, el descontento popular desapareció en 1872 cuando Victoria
sobrevivió a un nuevo atentado[2],
del que salió ilesa y por el que Arthur O'Connor pasó varios meses en prisión.
Tras el incidente, la fatalidad
se apartó del lado de la Reina. En las elecciones de 1874 Disraeli obtuvo una
victoria aplastante sobre los whigs y
durante seis años se convirtió en el artífice de la relevancia internacional
que iba a adquirir Victoria.
[1] Además del Albert Memorial, Victoria ordenó la construcción del Royal Albert Hall frente al primero. Los monumentos en memoria del Príncipe consorte, además, se reparten por la geografía británica: Edimburgo, Manchester...
[2] En 1840, al poco de su boda y embarazada de su primera hija, estaba paseando en carroza con Alberto cuando Edward Oxford disparó dos veces contra la Reina, fallando ambos tiros, aunque a punto estuvo de alcanzar a Alberto. El joven fue juzgado pero finalmente hubo de ser liberado al considerar que estaba loco.
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