viernes, 27 de diciembre de 2013

La II Guerra Mundial. Cap. 4: Drôle de guerre

Franceses e ingleses jugando a las cartas en "el frente"
A pesar de que Francia e Inglaterra habían firmado acuerdos de defensa mutua con Polonia, lo que les obligaba a defenderla militarme, ninguno de los dos países realizó movimientos ofensivos tras declarar la guerra a Alemania el 3 de septiembre de 1939. El recuerdo de la Gran Guerra, y de sus secuelas, aún estaba muy vivo, y Francia e Inglaterra demostraron que sólo participarían en la contienda para defenderse a sí mismos.

Francia movilizó todo su ejército, incluyendo un buen número de tropas coloniales, para la defensa de su territorio nacional, mientras que Inglaterra envió al continente una Fuerza Expedicionaria (BEF) que contó inicialmente con cuatro divisiones, incrementadas luego hasta las diecisiete. Los planes del mando conjunto franco-británico preveían un plan muy similar al de la I Guerra Mundial, pero con la iniciativa de su parte. No esperarían el ataque alemán en suelo francés, sino que penetrarían en Bélgica para tratar de defenderse allí del avance germano. En el sur, en la frontera franco-alemana, la formidable Línea Maginot sería suficiente para impedir cualquier ataque alemán en ese sector. Levantada tras la I Guerra Mundial, gracias a los pagos impuestos a Alemania en el Tratado de Versalles, su intención era la de blindar la frontera para evitar nuevas agresiones.

Europa en el invierno de 1939
Mientras tanto, un temeroso Hitler ordenaba fortificar a toda prisa la frontera alemana con Francia, y en el invierno de 1939-1940 se levantó la Línea Sigfrido, un conjunto de fortificaciones y búnkeres opuestos a la Línea Maginot. Para enmascarar los trabajos de fortificación, se informó a la población de la zona de que se iban a realizar una serie de actividades arqueológicas en el limes del antiguo Imperio Romano.

Las entrañas de la
 poderosa Línea Maginot
Mientras tanto, fueron pasando los meses sin ninguna acción de guerra en el frente del oeste, por lo que la situación fue pronto conocida como la drôle de guerre o guerra de broma. Por su parte, los alemanes la denominaron Sitzkrieg (guerra de asiento). Los Aliados esperaban un ataque relámpago de la Wehrmacht, como había sucedido en 1914, pero nunca se produjo. Hitler buscaba tiempo para evitar la guerra con Inglaterra, y realizó varias propuestas de paz aduciendo que sus aspiraciones territoriales estaban satisfechas tras la conquista de Polonia, pero los británicos rechazaron todas las ofertas de la Cancillería alemana.

El ejército alemán aprovechó el invierno de 1939 para sacar conclusiones de sus operaciones en Polonia, tratando de mejorar los planteamientos de la Blitzkrieg para sucesivas operaciones y planificando concienzudamente la campaña del oeste. Mientras tanto, los Aliados se mostraban desconcertados ante la ausencia de un ataque. Los soldados franceses e ingleses comenzaron a relajarse y a descuidar sus obligaciones militares, pues no creían que fuesen a ser atacados.

La Wehrmacht inició la campaña del oeste el 10 de mayo de 1940. Los soldados y el mando aliado comprendieron entonces que la drôle de guerre había sido un estúpido intento por contener a Hitler que les había hecho perder la iniciativa de la campaña. En apenas un mes, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia capitularían ante una Alemania victoriosa.

Soldados aliados 
divirtiéndose en una fiesta

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