Isabel II |
Desde antes incluso del matrimonio, Isabel supo que no
podría ser feliz, al menos no al lado de su marido del que más adelante dijo
que llevaba en la noche de bodas incluso más puntillas que ella misma. Isabel era una mujer vital, desenfrenada, divertida, a la que le encantaban los
bailes y las tertulias, pero sobre todo apasionada. Su deficiente educación y
falta de afecto, así como su temprano acercamiento al mundo del sexo le habían
hecho identificar el cariño con el coito. Su marido era lo contrario a ella,
más peripuesto y con gustos más refinados, sin olvidar su aspecto afeminado.
Isabel II y su marido, Francisco de Asís, en un retrato ecuestre |
El alejamiento entre los cónyuges era más que evidente, ya
desde el principio. De sobra era sabida no sólo la desunión evidente que había
entre ellos, sino la doble vida
amorosa que llevaban ambos. La lista de amantes atribuidos a Isabel es
interminable, desde Olózaga hasta Carlos Marfori y Callejas, pasando por
Francisco Serrano o Miguel Tenorio de Castilla, pero el duque de Cádiz no se
quedaba atrás, pues tenía tantos amantes
masculinos como la reina,
a los que hay que sumar los femeninos, como Conchita Navarro, condesa del Azor.
La mayoría de estos privados,
por no decir todos, se acercaron a la Reina buscando lo que en realidad era,
una fuente de poder, un sinfín de favores que Isabel concedía a cambio de un
poco de cariño. De entre todos, puede que destaquen por su trascendencia el
general Serrano, el general Bonito
como ella lo llamaba, su primer gran amor y Carlos Marfori, quizás el más
sincero.
Isabel II, el boato de una reina |
Como todo Madrid, Francisco de Asís conocía los amoríos de
su mujer y por tal motivo los utilizó para intentar conseguir aquello con lo
que soñaba: no ser sólo el consorte sino involucrarse más en las tareas de
gobierno. Así, a los pocos meses de matrimonio amenazó con abandonar el lecho
conyugal si María Cristina no se iba del país. Ésta se fue, pero el airado
marido también se trasladó, aunque al Pardo, ocasionando una verdadera crisis
en Palacio. Isabel se vio entonces abrumada. Su marido ponía como condición
para volver, alejar a Serrano de Madrid, su madre la presionaba para que se
reconciliara y el papa Pío IX hacía lo propio desde Roma.
En medio de este lío, el 5 de mayo de 1847 Isabel es víctima
de un atentado, que no sería el último. Mientras paseaba por la calle de
Alcalá, el periodista Ángel de la Riva le disparó dos tiros, dejándole uno de
ellos la cara y el sombrero ennegrecidos, pero sin más daños. Al ser
interrogado se negó a confesar el móvil o si tenía cómplices y fue indultado.
Tras el susto, Isabel debe volver a preocuparse de sus
problemas matrimoniales, por lo que se envía a Benavides, ministro de la
Gobernación, a convencer a don Francisco de que su lugar estaba junto a su
esposa. Éste acepta reunirse con ella, pero en unos meses.
Francisco de Asís de Borbón |
La actitud de Francisco de Asís dejaba entrever varias
cosas. Por un lado, que mantenía relaciones con su mujer, de ahí que se
permitiera amenazar con interrumpirlas; por otro, que María Cristina no era el
problema principal ya que tras su marcha no volvió a Palacio y finalmente, que
lo que realmente preocupaba al consorte era que su mujer estuviera embarazada
de Serrano. Francisco de Asís no estaba dispuesto a encubrir tal hecho,
precisamente por el odio que sentía hacia Serrano por dejarlo en ridículo en
alguna ocasión. Después de que pasaron los meses y quedó claro que la Reina no
estaba encinta, Francisco de Asís volvió, aconsejado por el padre Fulgencio y
sor Patrocinio.
Hubo que esperar al 20 de mayo de 1849 para que Isabel diera
a luz por primera vez, aunque el niño, al que se le llamó Luis, murió a las
pocas horas. A los pocos meses, el 12 de julio de 1850 nacería Fernando,
muriendo tras el bautizo. Un año más tarde, el 19 de diciembre de 1851 nace la
infanta Isabel, mostrada a los allí presentes en una bandeja de plata y
rápidamente proclamada Princesa de Asturias. Su nacimiento provocó reacciones
encontradas, para unos por nacer niña y para otros por el simple hecho de nacer,
y es que eran muchos los que esperaban de Isabel que no tuviera hijos, más aún
con el marido que tenía.
Francisco de Asís, de pie, en una imagen junto a su mujer. |
La calma en la vida de Isabel duraría poco ya que el 2 de
febrero de 1852 sufre un nuevo atentado. Se dirigía con su marido y el resto de
la comitiva a la basílica de Atocha a presentar a la recién nacida, cuando el
cura Martín Merino se inclina para entregarle una petición. Isabel entonces se
detiene y Merino aprovecha y la apuñala en un costado. La herida fue más
aparatosa que grave gracias al corsé aunque Isabel se desmayó después. El
agresor, al que los alabarderos impidieron escapar y que no confesó si había
tenido promotores o cómplices, fue condenado a muerte a pesar de que Isabel
intentara impedirlo. Se buscaba con esto dar un castigo ejemplar.
El acontecimiento estuvo rodeado desde el principio por el
misterio y las habladurías. Por Madrid corría la voz de que había sido el
propio Francisco de Asís el que había ordenado matar a su mujer en un intento
de apoderarse de la Regencia durante unos años, y tampoco podía faltar la
oposición, que utilizaba cada oportunidad para atacar a la Corona.
La familia de Isabel II |
En 1854, el 5 de enero, Isabel daría a luz de nuevo pero la
niña, a la que se llamó María Cristina, viviría sólo unas horas. Tras éste se
malograron otros dos partos, en 1855 y 1856, en los que los niños fueron
extraídos ya muertos del vientre de su madre.
El nacimiento más importante se producirá el 28 de noviembre
de 1857 al nacer un varón, el futuro Alfonso XII. Tras él nacerán María de la Concepción el 26 de diciembre de 1859 aunque fallecerá dos años después. Poco
antes de que esto sucediera, nacería Pilar el 4 de junio de 1861, falleciendo
poco después de cumplir los dieciocho años. El 23 de junio de 1862 nacía la
infanta Paz; el 12 de febrero de 1864, Eulalia, y por último, el 24 de enero de
1866 nacería un niño, Francisco de Asís, que fallecería pronto. De los doce
partos que tendría, sólo sobrevivirían cinco: Isabel, Alfonso, Pilar, Paz y
Eulalia.
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