lunes, 16 de diciembre de 2013

Churchill en la Casa Blanca


Winston Churchill

Como todas las grandes instituciones que presiden los Estados Unidos, el anecdotario de la Casa Blanca está cuajado de chismes y leyendas acerca de algunos sucesos curiosos. En los tiempos de la presidencia de Roosvelt, la Casa Ejecutiva, como se la denomina oficialmente, no sólo acogía al Señor Presidente y a la Primera Dama[1], sino a todo el servicio, a los consejeros del Presidente y a algunos invitados, pues el Presidente tiene la potestad de invitar a la Casa Blanca a sus amigos o allegados, pudiendo estos permanecer en la casa tanto tiempo como dure la invitacion presidencial.


Roosevelt y Churchill en el salón azul.
Pintura realizada por
Al Alexander  (2000)
Por aquellos años, Roosvelt y su esposa Eleanor mantenían la Casa Blanca como un auténtico hotel, pues daba cobijo a un sinfín de amistades. Sin embargo, hay un invitado que descuella sobre todos y que es uno de los que más anécdotas ha dejado en la Casa Blanca. No es otro que Winston Churchill. La primera visita del premier británico a los Estados Unidos se produjo días antes de la Navidad de 1941. Envuelto por el secreto, y por la niebla que cubría Washington, lo primero que vieron los inquilinos de la casa presidencial fue una gruesa figuraba que avanzaba por los escalones exhalando un humo que, como no, procedía del habitual habano que Churchill solía llevar en la boca.

Poco más tarde, el Primer Ministro dejaría la otra anécdota del día. Cuando se le asignó la “Habitación de la Reina”, que suele reservarse a los invitados más ilustres, se mostró disconforme con la cama, aduciendo que no era lo suficientemente cómoda. La solución estuvo en recorrer todas las habitaciones de invitados mientras Winston probaba los colchones hasta dar con el idóneo.

"La habitación de la Reina", en 2008
La mañana siguiente arrojaría una estampa sobre la habitacion de Churchill que dejaría cariacontecido a todo el personal: cuando el servicio acudió a servirle el desayuno, se encontraba completamente desnudo, sin mostrar ningun tipo de pudor. Es más, se limitó a espetar: en lugar del zumo de naranja, traigame, por favor, un añejo Wishky escocés.

A lo largo de los años siguientes, las visitas de Churchill se harían más frecuentes a medida que los Aliados, y especialmente el eje Estados Unidos-Inglaterra, realizaban planes acerca del progreso de la guerra y la configuracion de mundo tras la contienda. Pese a ello, los tradicionales y puritanos miembros del servicio de la Casa Blanca, nunca llegaron a acostumbrarse a la excéntrica personalidad del premier británico.



[1] Primera Dama es un término extraoficial que fue acuñado por una periodista a principios de los años veinte. El título oficial es Señora.

1 comentario:

  1. Churchill se merece el mayor de los respetos por parte de los Estados Juntitos de América. Está bastante claro que ceder la habitación de la Reina a una personalidad como el gran Winston fue una de las primeras muestras de prepotencia Roosvelista.
    Así se empezó a forjar el telón de acero.

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