Molotov en el momento de la firma del Tratado |
Polonia era en 1939 un país relativamente nuevo a pesar de la
tradición de estado polaco que había existido desde la Edad Media. A lo largo
de los siglo XVIII y XIX, conforme aumentaba el poder de sus tres vecinos (Rusia
al este, Prusia al norte y al oeste y Austria-Hungría al suroeste) la nación fue
dividida y repartida entre éstos. En tres años clave para los polacos 1772,
1793 y 1795, su nación dejó de existir a medida que se le iban desgajando cada
vez más territorios.
La nación nacida del Tratado de Versalles pretendía dar
respuesta al nacionalismo polaco que, durante un siglo y medio, había vivido
subyugado por los imperios ruso, alemán y austrohúngaro. Una de las clausulas más
controvertidas del Tratado, en lo tocante a las fronteras polacas, estaba en otorgarle un territorio (el denominado “corredor polaco”) que estaba
fuertemente germanizado y habitado por población alemana. Además, no sólo
permitía el acceso de Polonia al mar, sino que cortaba en dos a la nación alemana,
pues el Land de Prusia Oriental
quedaba incomunicado con el resto de la nación.
Alemania solicitó reiteradamente a los polacos que permitieran
la construcción de una línea férrea y de una carretera a través del corredor
para mantener comunicada a toda la nación. Asimismo, exigió la reincorporación a
Prusia Oriental de la ciudad de Danzing. Estas eran clausulas que Polonia no
podía aceptar, por lo que optó por mantenerse firme frente a las exigencias
germanas y por establecer una entente
con Gran Bretaña y con Francia que le aseguraba su apoyo en caso de confrontación.
Pero Hitler tampoco estaba decidió a ceder. Con su posición internacional
afianzada tras la Conferencia de Munich en la que se acordó conceder a Alemania
el territorio de los sudetes, y con Francia y Gran Bretaña consintiendo todas
sus agresiones desde 1936, estaba dispuesto a actuar. La conquista de Polonia
no sólo permitiría a los alemanes anexionar territorios que tradicionalmente habían
pertenecido al Reich, sino que estaba dentro de la visión recogida por Hitler
en Mein Kampf, donde afirmaba que el
pueblo alemán necesitaba un espacio de expansión (Lebensraum) que únicamente podía encontrarse en el este.
Teoría y realidad del tratado |
Otro triunfo para Hitler y los intereses nazis lo constituyó
la libertad de actuación que Stalin les dio para actuar contra los comunistas
alemanes. De hecho, el PCUS informó a todos los Partidos Comunistas europeos,
que no debían oponerse a Alemania, con la que se había llegado a una alianza. Desde
entonces, hasta el lanzamiento de la Operación Barbarroja en 1941, los
comunistas acataron las órdenes de Moscú y en países como Bélgica o Francia no
se opusieron a la invasión nazi.
Caricatura en la que se ridiculiza el tratado |
En Inglaterra, Francia y, especialmente, en Polonia, los dirigentes y la población vieron con nerviosismo este pacto ya que hasta entonces el gigante ruso había sido la única nación que podía realmente intimidar a Alemania. De hecho, los ministros de Francia e Inglaterra protestaron públicamente por la firma de este tratado, pues habían estado negociando un acuerdo similar con Stalin durante el verano y ahora, de repente, se daban cuenta de que Stalin se había reído de ellos firmando un acuerdo que, además, les situaba contra las cuerdas, dejándoles sin aliados en Europa para enfrentarse a la potencia bélica del III Reich.
Con todo, la firma del Pacto de no agresión Germano-Soviético,
fue el hecho que empujó a Hitler a invadir a su vecino del este. Aunque Hitler y Stalin se atribuyeran el éxito de la negociación, el mérito estuvo siempre en el trabajo de los ministros de exteriores alemán y ruso, Ribbentrop y Molotov. Una semana
después de la firma del tratado comenzaba la Segunda Guerra Mundial en Europa.
Ribbentrop y Molotov posan con Stalin, que estuvo muy sonriente ese día |
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