jueves, 12 de diciembre de 2013

Desastres ecológicos de la Unión Soviética. Capítulo 3: El Mar de Aral

Aral, el mar sin agua.
La historia económica de la Unión Soviética está impulsada por el esfuerzo de solucionar la situación de pobreza crónica en la que se encontraba sumido el país desde los tiempos de los zares. Este contexto generalizado de escasez y penurias se hizo aún más notable tras la II Guerra Mundial: el país había perdido más de 20 millones de habitantes, una cuarta parte del territorio nacional había sido devastado y todas las fábricas se habían convertido en industrias pesadas para proporcionar armas al ejército. No es de extrañar, por tanto, que se sufrieran carencias de todo tipo de productos de primera necesidad.

Mar de Aral. Localización.

Para paliar esta situación, se iniciaron una serie de proyectos cuya finalidad era la de mejorar la economía y el nivel de vida de los ciudadanos del Bloque Soviético. Uno de esos proyectos fue el de convertir Asia Central en el centro mundial más importante de producción de algodón. Esta actividad no sólo aseguraría la ocupación laboral de los habitantes de las RSS de Asia Central (que hasta entonces se habían dedicado principalmente al pastoreo, en muchos casos nómada), sino que impulsaría la industria textil soviética y permitiría la venta de excedentes a otros países.

Productora local de algodón
Así, a inicios de la década de 1960, se planificó desde Moscú un programa que pretendía convertir las áridas estepas de Asia Central en un enorme centro de producción de algodón, convirtiendo a Uzbekistán y Kazajstán en las capitales mundiales del “oro blanco”. Desconocedores de la situación real imperante en la región en cuanto a calidades del suelo y disponibilidad de agua, los dirigentes soviéticos impusieron cupos cada vez mayores de producción. Las autoridades de las RSS de Uzbekistán y Kazajstán pusieron todos sus esfuerzos por cumplirlos, y ante la ausencia de suelos idóneos para el cultivo del algodón y de agua para su riego, tuvieron que recurrir al uso masivo de fertilizantes y pesticidas y al desvío de agua de los ríos Amu Daria y Sir Daria. Estos dos ríos, como el Mar de Aral en el que desembocan, son dos ríos de naturaleza endorreica, es decir, no vierten sus aguas a ningún océano, sino que son ríos que nacen y mueren dentro de un continente, formando una cuenca interior. La situación llegó a ser realmente preocupante ya que se calcula que hasta el 70% del agua se perdía por unas canalizaciones y sistemas de riego construidos a toda prisa y con malos materiales.

Mar de Aral. Evolución.


El desvío de aguas para la construcción de regadíos fue en aumento conforme aumentaban las exigencias de Moscú, de tal forma que el aporte de agua que recibía el Mar de Aral menguaba año tras año. Esto, unido a la evaporación natural del agua del mar fue reduciendo poco a poco su caudal y su extensión, hasta quedar reducido en la actualidad a un 30% del total de la superficie que llegó a ocupar.

Hasta tal punto llegó la obsesión del entonces Secretario General del Partido Comunista en Uzbekistán, Sharaf Rashídov, por contentar a Moscú, que llegó a falsear los datos de la producción de algodón, recibiendo la región más subsidios de los que realmente le correspondían. Huelga decir que buena parte de esos subsidios fueron a parar a las manos de Rashídov y otros apparatchiki del partido, generando un caso de corrupción que fue denominado como la mafia del algodón, y que se saldó con el juicio a los culpables.

El colapso de la Union Soviética entre 1989 y 1991 no sólo no puso fin al deterioro medioambiental y al retroceso del caudal del Mar de Aral, sino que, incluso, lo agudizó. Con la economía centrada únicamente en la producción de algodón (y los consiguientes subsidios que recibía de Moscú), durante tres décadas, cuando consiguió su independencia, Uzbekistán se vio en la obligación de seguir produciendo para mantener vivo su sistema económico, ya que era la única actividad productiva del país.

Mar de Aral, el antes y el después.


Otro de los grandes problemas de la cuenca del Aral es el de la contaminación, provocada por dos factores: los defoliantes, pesticidas y fertilizantes que se usaron en las plantaciones de algodón y que terminaron vertiendo en el sistema de aguas de los ríos Amu Daria y Sir Daria de los que se abastece la población. Otro foco de polución se encuentra en las islas del Aral, que durante la Guerra Fría fueron utilizadas por el Ejército Rojo para instalar en ellas plantas de investigación y procesamiento de armas bacteriológicas. Con el desmantelamiento de la URSS, buena parte de los virus y bacterias que albergaban estas instalaciones fueron vertidas incontroladamente a la atmosfera, contaminando aún más la región.

El problema de la contaminación en Uzbekistán está bien desarrollado en un capítulo de la obra de David RemnickLa tumba de Lenin, ya que en su visita al país pudo constatar cómo contaminación generada por los pesticidas y fertilizantes llegó a tal punto que los niños la ingerían al beber la leche materna. Del mismo modo, Remnick relaciona la elevada mortandad infantil (a falta de datos fiables probablemente fuera la más elevada del mundo) con la polución ambiental. Un solo ejemplo basta para ilustrar la situación: mientras que en Estados Unidos un niño recibía un promedio de entre tres y cinco vacunas en su primer año de vida, en Turkmenistán recibía entre doscientas y cuatrocientas vacunas en el mismo periodo.

Como puede verse, el desastre ecológico generado en el Mar de Aral y en las cuencas de los ríos Sir Daria y Amu Daria está debido a la mala planificación económica de un sistema como el soviético que, controlando el mayor país del mundo, puso en marcha planes económicos en regiones cuyas características hacían inviables dichos proyectos.


Mar de Aral, la desaparición








No hay comentarios:

Publicar un comentario