jueves, 26 de diciembre de 2013

Los Kennedy, 50 años después. Robert, la maldición continúa


Robert, preocupado, durante la
crisis de los misiles

Pese a verse eclipsado por la leyenda creada en torno a su hermano, Robert Kennedy es uno de personajes más importantes de la década de 1960. En tan sólo siete años (entre 1961 y 1968) llegó a ser consejero del Presidente, Fiscal General de los Estados Unidos y Senador por el Estado de Nueva York, participando además por la nominación en las primarias del Partido Demócrata que decidirían el candidato para las elecciones presidenciales de noviembre de 1968.

Haciendo campaña
Igual que sus hermanos Joseph y John, sirvió en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial. Tras licenciarse en el ejército, se matriculó en derecho en la Universidad de Harvard, graduándose en 1951. A pesar de que soñaba con hacer carrera como magistrado, estableciéndose en Nueva York y distanciándose de su familia, un año después, en 1952, lo encontramos trabajando junto a John, siendo su principal asesor en la campaña que le llevaría a alcanzar un escaño de Senador por Massachusetts.

En 1960 volvió a ponerse al frente del equipo que diseñó la campaña presidencial de John F. Kennedy. Consciente de su enorme talento, John nombró a su hermano asesor en su gabinete, al tiempo que le ascendía a Fiscal General de los Estados Unidos. Esta fue realmente una decisión muy criticada, pues se empezó a acusar a Robert de no estar lo suficientemente preparado para ese cargo. El tiempo demostraría a sus críticos cuán equivocados estaban.

Durante su etapa como Fiscal General inició una activa política de lucha contra la mafia y de apoyo a la integración, especialmente en los estados sureños donde algunos gobernadores (es el caso de George Wallace, gobernador de Alabama) se negaban a aplicar la legislación federal de integración de la población de color en los colegios y universidades públicas. 


En la toma de posesión
 de su hermano
 John como Presidente
Tras el asesinato de su hermano, Robert aspiró a la vicepresidencia, pero Lyndon Johnson se mantuvo firme en su decisión de no tener vicepresidente en los escasos meses que mediaban entre el asesinato de JFK y las nuevas elecciones presidenciales. Por tanto, tuvo que conformarse con continuar ejerciendo como Fiscal General, aunque renunció a formar parte del gabinete del nuevo Presidente.La brecha entre ambos, aún siendo del mismo partido fue desde entonces en aumento. Johnson se mostró siempre receloso ante Robert Kennedy, un hombre con mucho talento y muy carismático que comenzaba a hacerle sombra.

En el verano de 1964 decidió renunciar a su cargo para acceder al Senado, desde donde pretendía auparse a la presidencia. En noviembre de ese mismo año obtuvo su asiento como Senador por el Estado de Nueva York, en contra de la tradición familiar, siempre ligada a Massachusetts. Desde su cargo como Senador comenzó a ejercer un papel muy activo en pro del Movimiento de los Derechos Humanos y de la Integración de la población de color. A nadie se le escapaba que Robert Kennedy se estaba perfilando como futuro presidente.

Robert presentó su intención de presentarse a las Primarias del Partido Demócrata el 16 de marzo de 1968. Dos semanas después, Lyndon Johnson anunció ante las cámaras que no se presentaría a la reelección[1]. Según las fuentes de la época, Johnson se había rendido a la evidencia de que Robert le sacaba una gran ventaja en la carrera demócrata a la presidencia.

Robert, su mujer, y diez de sus hijos. 
Su hija Rory nació seis meses después de su asesinato.
Durante un acto de campaña en Indianápolis, fue conocedor del asesinato de Martin Luther King, gran amigo suyo desde su etapa como Fiscal General. Consciente del crucial momento en el que se encontraba la nación, pronunció sólo comparable con el discurso de investidura de su hermano como Presidente de los Estados Unidos. Durante una semana, se sucedieron los disturbios entre blancos y negros, pero curiosamente, Indianápolis fue la única ciudad en la que no se registró ningún incidente. El discurso de Robert llamando a la confraternización había calado hondo entre la población de esa ciudad.

Por su puesto, Robert Kennedy ganó con una amplia ventaja las primarias de su partido en Indiana, así como en Nebraska. Pero la gran victoria tuvo lugar el 4 de junio de 1968, cuando Robert ganó las primarias en Dakota del Sur y en California, estado éste ultimo que aportaba un buen número de compromisarios para el recuento final. En el Hotel Ambassor de Los Ángeles pronunció un discurso de agradecimiento a sus colaboradores y votantes del Partido Demócrata. Minutos más tarde, mientras abandonaba el auditorio, un hombre disparó contra el séquito de Robert, que fue alcanzado por tres balas. Dos días después moría en el hospital. El autor del atentado fue un joven de ascendencia palestina, Sirhan Birhan Shiran, que dijo actuar movido por el odio que le suscitaba el apoyo de Robert a la causa israelí. Fue condenado a cadena perpetua.

Robert Kennedy minutos 
antes de su asesinato

Por su puesto, tras su muerte empezaron a surgir voces críticas en contra de la versión oficial. Hacía tan sólo cinco años del atentado de Dallas, y la población ya empezaba a cuestionarse la veracidad acerca de las conclusiones de la Comisión Warren. Sin embargo, en esta ocasión no pudo demostrarse nada en contra de la versión oficial. A pesar de ello, comenzó a forjarse una cierta aureola de fatalidad en torno a los Kennedy.

Pese a que Edward “Ted” Kennedy (hermano de John y de Robert) ocupó un escaño como Senador desde 1962, nunca intentó emular a sus hermanos en la lucha por la presidencia.   

John, Bobby y Ted





[1] Johnson había sido Presidente durante dos mandatos pero, en realidad, sólo se presentó a la presidencia en las elecciones de 1964, pues aunque entre noviembre de 1963 y las elecciones de 1964 ejerció como Presidente ese periodo no computaba como un mandato presidencial, por lo que en 1968 podría volver a presentarse.

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