domingo, 22 de diciembre de 2013

El cerco de Oviedo. Cap. 3: se definen los frentes

Trincheras republicanas en la zona del cementerio
Los primeros días de la guerra están marcados en Oviedo, como en el resto de España, por la confusión y por una progresiva delimitación de los frentes, aún cuando no se produjeran grandes combates.

Una de las líneas defensivas atravesaba
 el campo de fútbol del Oviedo
La defensa de Oviedo se construyó sobre dos líneas concéntricas. La línea exterior era la definida por las posiciones de La Cruz, La Cadellada, el Cementerio y el Depósito de agua del Cristo. La línea interna, comprendía algunos de los edificios más sólidos de toda la ciudad, pensadas estas posiciones para resistir el ataque de los dinamiteros de las cuencas. El perímetro de esta línea interior comprendía como posiciones fortificadas: la Fábrica de Armas de La Vega, el cercano Cuartel de Pelayo, el Cuartel de la Guardia Civil, el edificio de la Cárcel, San Pedro delos Arcos, que ya fuera clave en la resistencia comunista de 1934, la Central de Electricidad de El Fresno y los conventos de las Dominicas, las Adoratrices y Santo Domingo. Finalmente, en caso de que ambas líneas defensivas cedieran, se planeó una última defensa en el interior de una serie de edificios bien fortificados: el Cuartel de Pelayo, el Cuartel de Santa Clara, el Cuartel de la Guardia Civil y el edificio del Gobierno Civil.

En general, el primer mes de guerra fue relativamente tranquilo en Oviedo. No obstante, la población se veía afectada ya por las restricciones, especialmente de agua, aunque los combates no eran muy intensos. Unos y otros se limitaban a intercambiar tiroteos aislados y a probar la fuerza del enemigo en las respectivas posiciones. Las tropas del coronel Aranda realizaron incluso alguna salida, sobre todo hacia Lugones y Colloto, aunque la más célebre llegó hasta Llanera.

Recreación de una escena de guerra.
 Foto de Ramiro Menéndez.
Durante estos primeros meses se invirtieron las tornas: al principio de la guerra los elementos sublevados eran más fuertes pues contaban con unos efectivos más que considerables y el enemigo no había establecido todavía un fuerte cerco en torno a la ciudad. Además, estas tropas de milicianos se encontraban, a la altura de julio y agosto, muy mal equipados y desorganizados, estando además carentes de mandos efectivos y de una estrategia coherente. Esto se explica por la concentración de las fuerzas republicanas durante esos dos meses en la captura de los cuarteles de Gijón, cuya resistencia cesó el 21 de agosto. Desde este punto de vista, puede decirse que la larga resistencia de los cuarteles de Gijón, permitió que las tropas de la república relajaran sus efectivos en dos frentes, haciendo menos intenso el ataque a Oviedo y permitiendo, a la postre, que la ciudad no cayera.

Desde esa fecha, se fueron concentrando tropas y material en Oviedo. Al mismo tiempo, las fuerzas del Frente Popular habían establecido ya sus órganos de gobierno en la provincia y estaban listos para saltar a la acción. Al contrario, los defensores, a medida que pasaban los días, iban siendo mermados, no sólo por las bajas en combate, sino por la enfermedad y el hambre.

Bombardeo republicano sobre Oviedo
Con la llegada de septiembre, comenzaron los primeros ataques sistemáticos de los republicanos, centrándose esos ataques en el fuego de artillería y los bombardeos aéreos.

Las acciones más destacadas de esos días de septiembre, por el número de bajas que causaron, fueron la caída de dos bombas que llegaron hasta el sótano de dos edificios, causando la muerte de las personas que se habían refugiado en él, precisamente huyendo de los bombardeos.

La población huye a refugiarse de un bombardeo


Estos bombardeos se concentraban sobre la ciudad en días significativos, como el día de Nuestra Señora de Covadonga, cuando la ciudad fue duramente bombardeada. Se trataba, de este modo, de socavar la moral de los defensores.

Con todo, puede decirse que, durante el mes de septiembre, la situación fue de tensa calma, con gran igualdad de fuerzas o con iniciativa incluso de los sitiados, que lograron, en varios golpes de mano, arrebatar algunas posiciones a los milicianos.

El mes siguiente iba a propiciar los combates más sangrientos jamás presenciados en Oviedo. La "tranquila espera" de septiembre iba a dejar paso a la tormenta de octubre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario