La noticia que conmocionó al país |
Lo cierto es que, en un primer momento, ETA no tenía ninguna
intención de atentar contra la vida de Carrero Blanco. A la altura de 1973, la
banda terrorista se encontraba muy desarticulada debido al celo persecutorio de
la policía franquista. Además, las penas de muerte en el Proceso de Burgos
habían sido conmutadas a última hora, pero el entorno de la organización
terrorista comprendió que el gobierno estaba dispuesto a actuar contra ellos a
cualquier precio. Fue en ese momento, en el otoño de 1972, cuando un hombre se
puso en contacto con la cúpula dirigente de ETA para advertirles de que poseía
una información que, a buen seguro, les interesaría. A tal fin, concretó una
cita en el Hotel Mindanao de Madrid. La banda envío como representantes a
Argala y a Wilson, que recogieron del anónimo personaje un sobre con una nota mecanografiada
en la que se decía lo siguiente:
El Almirante Luis
Carrero Blanco, vicepresidente del gobierno, acude todos los días laborables a
la misa de nueve de la mañana que se celebra en la iglesia de los jesuitas, San
Francisco de Borja, situada en la calle de Serrano, frente a la Embajada de
Estados Unidos. Lleva muy poca protección de escolta y recorre siempre el mismo
trayecto.
Los días sucesivos, Argala y Wilson comprobaron la veracidad
de la información. Durante casi un mes, fueron a misa de nueve a la iglesia de
San Francisco de Borja, analizando en profundidad el barrio, la calle y la
iglesia. Después de sus exhaustivas pesquisas, llegaron a la conclusión de que
la solución más eficaz era la de secuestrar a Carrero mientras se encontraba en
la iglesia. El objetivo, un canje por los presos de la banda. Consultada la
cúpula de la banda, bautizaron la acción como Operación Ogro.
La pregunta que cabe hacerse es ¿Quién proporcionó tan
valiosa información a ETA y con qué fin? No cabe duda de que Carrero Blanco se
había ganado muchos enemigos dentro y fuera de España. Amigo de Franco desde
los tiempos de Alhucemas, siempre se caracterizó por ser uno de los defensores
del inmovilismo del régimen. Estaba totalmente opuesto a la legalización de los
partidos políticos, al aperturismo político y al acercamiento a Europa. Y lo
que es más importante, veía con recelo las relaciones entre Estados Unidos y
España, creyendo que el país se había convertido en un títere de los intereses
americanos. Este último asunto preocupaba profundamente en Estados Unidos, y en
especial al nuevo Secretario de Estado, Henry Kissinguer, que temía que Carrero
Blanco se negara a prorrogar el tratado de las bases, que vencía en 1973.
Carrero Blanco y Henry Kissinguer |
En efecto, las bases americanas en España se habían
convertido en un puntal básico de la política estratégica de Estados Unidos,
sobre todo en un momento en que el Mediterráneo y Próximo Oriente se
presentaban como un escenario tremendamente inestable: el comunismo se
encontraba en auge en Italia, Grecia y Turquía amenazaban con enfrentarse
militarme por la posesión de Chipre, y en Palestina se preveía una reanudación
del conflicto árabe-israelí. Además, con el golpe de estado del coronel Gadafi,
Estados Unidos había perdido las bases libias, con lo que las españolas eran la
única escala técnica viable entre suelo americano y el escenario mediterráneo.
Carrero Blanco jurando como Presidente del Gobierno |
El 8 de junio de 1973 Carrero Blanco era ascendido a la
categoría de Presidente de Gobierno. La estación de la CIA en Madrid, situada
en la Embajada de Estados Unidos de la calle Serrano (a escasa distancia del
domicilio de Carrero y de la calle Claudio Coello) llevaba varios meses
enviando informes a Washington acerca del perfil político y personal de
Carrero. Kissinguer comenzó a comprender que el secuestro del Presidente no
tendría la suficiente fuerza política. Y entonces ocurrió un hecho que acabó
por enfurecer al Secretario de Estado. Egipto y Siria atacaron Israel en la
festividad hebrea del Yom Kipur. Cuando la intervención americana se hizo
imprescindible para ayudar a su aliado israelí, el Gobierno español denegó el
uso de las bases españolas aduciendo varios motivos: que no se encontraba en
juego la seguridad de Occidente, que España no mantenía relaciones diplomáticas
con Israel, que era un enfrentamiento entre terceros… Lo que dijo Carrero Blanco
al Consejo de Ministros era mucho más pragmático, señores, nos jugamos el petróleo. El gobierno español no quería enemistarse con los países árabes, sus principales proveedores de petróleo. La cuestión española comenzó a
inquietar a Kissinguer. Consciente de que la política española seguiría firme
mientras Carrero ostentase la presidencia, afirmó: es más fácil cambiar de políticos que de políticas.
La calle Claudio Coello tras la explosión |
La excavación del túnel comienza el día 7 de diciembre. Para
no levantar sospechas, todo se realiza manualmente. Conscientes de la
importancia de que la explosión no se expandiese hacia los lados, el túnel es
rodeado de sacos terreros, de tal manera que la deflagración de producirá hacia
la calle. Sólo quedaba el último detalle: hacer que el coche de Carrero Blanco
pasara por el lugar exacto en el momento preciso. Para ello, los etarras
colocan un coche aparcado en doble fila, así el coche de Carrero debe
ralentizar la marcha justo en el momento en que pasa sobre el túnel.
A las 09:28 del 20 de diciembre, dos terroristas disfrazados
de electricistas detonan, mediante control remoto, la carga explosiva. La
deflagración abre un boquete en la calzada de ocho metros de diámetro. El coche
del Presidente ha desaparecido. En un primer momento, el coche escolta creyó
que el automóvil de Carrero Blanco había pasado justo antes de la detonación y
había continuado su trayecto hasta la casa del Almirante en la calle Hermanos
Bécquer. Tras constatar que no era así, se comenzó a buscar el coche presidencial,
creyendo que se encontraba dentro del cráter. Cuando comprobaron dónde se
encontraba el automóvil, fueron conscientes de la magnitud de la tragedia. El
vehículo había volado una altura de 35 metros, cayendo boca abajo sobre el
interior del claustro del colegio de los jesuitas. Tanto el Presidente, como su
escolta y el conductor habían fallecido.
El entierro de Carrero fue multitudinario |
Franco, visiblemente emocionado, consuela a la viuda de Carrero Blanco |
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